Igual que no hay dos caras ni dos cuerpos iguales, tampoco hay dos penes idénticos. Y, aunque ya sabemos que en el repertorio sexual la penetración no lo es todo, aquí os dejamos algunas posturas que pueden potenciar el placer según cada tipo de pene.
Penes pequeños.
El perrito es una postura que puede resultar molesta cuando el pene es largo o grueso, pero que favorece el acceso al punto G cuando se trata de una talla menor. Además, permite estimular el clítoris con las manos.
La serpiente es un paso más allá de la postura del perrito. Ambos miembros de la pareja se tumban boca abajo para dejarse llevar por la gravedad. Para mayor comodidad y placer, se puede colocar una almohada debajo de la cadera la persona que esta debajo.
Penes grandes.
En la Cabalgada, el hombre se tumba boca arriba y la mujer le «monta», generalmente mirándole a la cara pero también puede girarse para quedar al reves. Esta postura le da a la persona que está arriba el control para decidir hasta qué profundidad desea la penetración.
De pie. Esta postura tiene la dificultad de la diferencia de alturas. Cuando esto no es un problema, permite al hombre regular la profundidad de la penetración y le deja las manos libres para estimular a la otra persona.
Los penes con forma de lápiz son largos, rectos y ligeramente más delgados en la punta. Es el tipo de pene más común y se adapta a todo tipo de posturas.
Los penes piramidales son más gruesos en la base que en la punta. Son ideales para el sexo anal ya que facilita un acceso cómodo y una dilatación progresiva.
Los penes champiñón tienen el glande más grueso que el tronco y dan mucho juego en el sexo oral.
Por último, hablaremos de los penes curvos. La curvatura más frecuente es hacia arriba. En este caso, la postura ideal es el misionero patas arriba, en la que la persona que recibe apoya las piernas en los hombros del compañero, favoreciendo el roce y la estimulación el punto G.
Estas son solo una sugerencias y, por supuesto, existen muchísimas posturas más. ¿Cuál es tu favorita?