Resulta que ahora también hay un Día Internacional del Fetichismo y que cae en el tercer viernes del mes de enero. O sea, este viernes 20.
Se trata de un día en el que los fetichistas del mundo salen a la luz de un gélido sol invernal para confesar que, en algún momento de sus vidas, se produjo una traslación de significados desde una persona o una situación que les causó una profunda impresión sexual hacia un objeto que les simbolice.
¿Demasiado complicado? Aquí va un ejemplo: un chico de doce años comienza a sentirse sexualmente atraído por su maestra, y esta utiliza unas gafas negras de carey. El chico termina idealizando a su profesora como alguien inalcanzable. Entre ellos dos nunca ocurrirá nada, pero a medida que el chico crece se da cuenta de que le excitan otras chicas que utilizan el mismo estilo de gafas porque le recuerdan a aquella maestra con la que despertó su deseo sexual. Así es como nuestro amigo se convierte en un fetichista. Su fetiche son las gafas negras de carey.
Así pues, cualquier objeto tiene potencial de convertirse en un fetiche sexual siempre que nos recuerde a una persona o a una situación que nos resulte excitante o morbosa. Pero hay ciertos objetos (en su mayoría prendas de vestir) que se manifiestan con más frecuencia como fetiches sexuales. Seguimos con los ejemplos.
Zapatos de tacón: Quizá el más previsible de todos. Según el psicoanálisis, es un objeto que representa la sexualidad desde varias perspectivas. La obertura sería una vagina, y el tacón, un pene. Sus líneas sinuosas lo hacen especialmente sensual. Pero sobre todo, lo asociamos con las mujeres cuando estas se arreglan para seducir. Así que es normal que nos recuerden a múltiples mujeres que nos han erotizado en distintos momentos de la vida.
Lencería: Un poco más de lo mismo. Si hemos convertido a la lencería en un fetiche es porque hemos visto a muchas mujeres llevándola. Es decir, las hemos visto semidesnudas, tan solo tapadas por estas prendas diseñadas para seducir e insinuar. Normal que esto nos provocara un impacto sexual tan fuerte que, a partir de aquel momento, las prendas adquirieran su propia carga sexual aunque no hubiera una mujer dentro de ellas.
Ropa deportiva: Suelen ser ceñidas, se ajustan a las curvas del cuerpo y se llevan en situaciones en las que sudamos y jadeamos, igual que durante el acto sexual. Algunas personas, además, las asocian con cuerpos atléticos y tonificados. Otras, con un estilo de vida urbano, con gente de barrio, con malotes y malandros. Diferentes medios para sexualizar un mismo tipo de ropa.
Uniformes: Hay muchos tipos diferentes de uniformes, e incontables ocasiones en las que hemos podido sexualizarlos. ¿Te excitan los uniformes de colegio? Tal vez tu primera experiencia sexual fue con algún/a compañero cuando erais estudiantes. ¿Lo tuyo son los uniformes de enfermero/a y médico? Quizá tuviste un impacto fuerte ante la proximidad y el tacto de alguien que te cuidó durante una convalecencia. ¿Policías, militares, bomberos? Es posible que lo que te atraiga sea la autoridad o la virilidad que se atribuyen a estas profesiones.
Pintalabios: Terminamos con un objeto pequeño cargado de simbolismo. El pintalabios es otra herramienta capaz de convertir a cualquier mujer en una diosa casi por arte de magia. A ellas las hemos visto en cientos de películas y anuncios aplicándoselo en un ritual cargado de seducción y misterio. Además, su forma nos recuerda a la de un pene que se desliza suavemente por su boca. Señoría, no hay más preguntas.
Ya vemos que cualquier cosa puede convertirse en un fetiche sexual, así que estamos seguros de que vosotros tendréis los vuestros. ¡Y nos encantaría conocerlos!