Ya sabemos que hay fetiches para todos los gustos y hoy hablaremos de algunos de los más frecuentes. Esto no quita que les pusieran algunos de los nombres más enrevesados del mundo. ¿Dónde se los pondrán? ¿Existe un comité que se reúne en alguna ciudad para poner nombres a todos los nuevos fetiches que van saliendo? Porque queremos que nos inviten.
Mecanofilia: ¿A qué te suena? ¿A máquinas? Pues efectivamente. Aquí incluiríamos a todas esas personas que les gusta practicar sexo en coches, motocicletas, aviones o trenes. Es posible que a veces se mezcle con el morbo por hacerlo en sitios donde puedan ser descubiertos, en cuyo caso ya estaríamos hablando de otra filia. O de las dos juntas.
Parcialismo: Se dice cuando te excitan partes del cuerpo en concreto, como por ejemplo los pies o las manos. ¿Se incluye aquí cuando te gusta un buen par de pechos o unos bíceps como pelotas de béisbol? Si no tienes ojos para ninguna otra parte del cuerpo, entonces sí.
Altocalcifilia: Tan sencillo como la obsesión por los zapatos de mujer. Y ahora que ya conocéis la palabra, animaros a utilizarla de vez en cuando: «¿Te gustan mis zapatos nuevos? Han sido carísimos, así que espero que te provoque mucha altocalcifilia.»
Espectrofilia: Nada que ver con los fantasmas, que seguro que también tendrán su propia filia. La espectrofilia es algo mucho menos spooky: excitación por los espejos. Ya sea en compañía o en solitario, puede ser muy excitante ver nuestro reflejo desde otro punto de vista mientras realizamos alguna práctica sexual.
Ursusagalamatofilia: Algunas personas encuentran deseables rasgos físicos de sus parejas que les recuerdan a animales. Por ejemplo, la atracción por personas muy peludas porque les recuerdan a ositos. Suena súper cute. ¿Estarán dispuestas sus parejas a hacer el papelón de Papá Oso? Habría que verlo.
Tricofilia: Detrás de este nombre tan intimidante se encuentra algo tan inofensivo como la atracción por el cabello. Puede ser hacia un color o un peinado determinado, y en el caso de las mujeres, también aplica a la barba y el bigote. ¿Cuántas parejas se habrán roto por un afeitado inoportuno? Ya sabemos que el vello facial es como el maquillaje de los hombres: le sienta muy bien a los feos, pero después el riesgo de quitárselo es inasumible.