El mundo online es un medio perfecto para conocer gente nueva. Para muchos es incluso mejor que «la vida real», porque nos permite desinhibirnos más fácilmente, meditar mejor nuestras respuestas y bloquear algunas inseguridades.
Pero, para otras personas, esta manera de relacionarse siempre será más arriesgada que hacerlo «en la vida real». ¿Pero qué demonios es eso de «la vida real» y por qué pensarán que es lo mejor para enamorarse?
Algunos consideran que las relaciones online comienzan con una falsa idealización.
Primero, vemos una foto que consigue captar nuestra atención entre cientos o miles de candidatas. ¿Cómo lo habrá logrado? Quizá esa foto tenga alguna trampa, piensan muchos, y aunque realmente pertenezca a quien dice estar detrás, habrá que ver si luego en persona brilla de la misma manera.
Así que el segundo paso siempre es verse y escucharse por cam. Aquí no solo se confirma que la otra persona es realmente la que hemos visto en la foto. También conseguimos un montón de información adicional que nos ayuda a decidir si esa persona realmente nos gusta.
Supongamos que en este punto todo ha salido bien. Es ahora donde empieza el problema. Y es que, llegados a este punto, es donde todos somos más vulnerables a la idealización, tal como lo seríamos en cualquier romance.
Pero no queda más remedio, porque necesitamos otros elementos que son indispensables para que una relación prospere: la intimidad, el contacto físico, y la posibilidad de poner a prueba todo lo que nos ha encantado de la otra persona. Así que, por mucho miedo que nos dé saltar a «la vida real», es lo que toca.
Por último, ¿qué pasa si no queremos mantener el romance en un mundo virtual e idealizado, protegido de todas las amenazas que podrían arruinarlo? En este caso, siempre podemos optar por no ir más allá y disfrutar de la ilusión mientras dure.